Por Carlos de Bustamante:
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/tresforamontanos.php/2010/07/07/el-secreto-de-la-abuela-beato-padre-hoyo
He de confesarles, que sé muy poco del recién nombrado Beato, Padre Hoyos. Sin embargo, los recuerdos que retengo en mi disco humano duro, cuando menos son curiosos. Mayor publicidad me gustaría para beato tan querido en Valladolid que nuestro modesto blog. Según la aceptación, tal vez decida dar mayor publicidad a mis datos curiosos.
Foramontanos montañeses pasiegos, mis abuelos aterrizaron en Valladolid. No sé muy bien el motivo de elegir la que fue sede de tanta nobleza española y castellana cuando Valladolid ostentó el título de capital de España y corte real. Supongo - porque quienes tuvieron certezas se nos fueron hace tiempo-, que sería porque, dada su condición de militar artillero, eligió, o le enviaron, a un Regimiento artillero de nuestra ciudad: antiaéreo (Grupo) en Villanubla, o el nº 26, presente hasta tiempos recientes (¡vaya…!) Junto a san Benito. Sea como fuere, que tampoco importa demasiado, “el que había roto murallas” Francisco de Bustamante Aguirre, compró una casona -añoranza montañesa- en la plazuela de san Miguel. Allí nacieron parte de sus ¡¡15 hijos”!!; en ella vivieron mis padres, mis tíos, y en ella en fin, vivimos nosotros familia de Bustamante Valbuena, con 6 hijos y cinco hermanos (5) a nuestro cargo.
La casona, tenía como carboneras las bodegas de un espléndido sótano, refugio durante la guerra civil. Y de aquí la primera noticia en algo relacionada con el Padre Hoyos. Intrigante el sótano- bodega-carbonera-refugio, era objeto de correrías de los hermanos adolescentes en búsqueda de imaginarios tesoros… Los encontramos.
Mosquetones, munición en abundancia y ¡una tumba! Creo que fue nuestra abuela Carmen Sanchez de las Moras, quien nos dijo, como en secreto, que habíamos descubierto la tumba del Padre Hoyos, a quien se le había aparecido el Sagrado Corazón de Jesús y le había dicho… Bajamos. Con extrema piedad, no sé si rezamos, pero nos santiguamos… y… guardamos “el secreto”.
Por circunstancias que no vienen al caso, vendimos la casona.
El constructor de múltiples viviendas nuevas con amplios garajes donde antes las hubo para coches de caballos, se cuidó muy mucho de no decir “ni pío” de tumbas ni secretos. Nada puedo decirles con seguridad absoluta sobre la certeza o no del “secreto de la abuela”. Sí, que pudiera ser dudosa su sincera creencia, pues inmediata la parte trasera de la Iglesia de san Miguel y San Julián, bien pudo estar allí el cementerio del que acostumbraban por entonces las parroquias. Y si fuera cierto, salvo milagro patente descanse allí en paz el Beato el sueño de los justos.
Nada más grato que aportar otro dato curioso y desconocido hasta ésta mi confidencia, que da alguna probabilidad de que pudiera ser cierto el secreto de la abuela.
Transcurrían, azarosos, los años de la 1ª República. Los cinco hijos mayores de mis abuelos, mi padre y cuatro varones más, estudiaron en “los baberos”: colegio Nª Sª de Lourdes de los Hermanos de las Escuelas Cristiana de san Juan Bautista de la Salle, recién instalados en Valladolid. Los varones de los siguientes diez hermanos, en el Colegio San José de rancio abolengo de los padres jesuitas en Valladolid. Malos tiempos para todos. Muy peligrosos, incluso para la integridad física, de los curas y frailes. Los jesuitas llevaron la peor parte. Tales eran la amistad y confianza de mis abuelos, muy cristianos “de toda la vida”, con los jesuitas, que, cuando se decretó su expulsión y disolución de la Orden, les entregaron dos baúles, rogando, encarecidamente su custodia. El que jubilado, había roto murallas, los llevó a la Dehesa de Peñalba, labranza y monte de caza, no muy lejana de la capital. Allí mantuvo los baúles a buen recaudo, lejos de intrigas y asechanzas. La curiosidad pudo más.
Contenía el primero y relativamente liviano, legajos y libros con ¡la iniciación del proceso de beatificación del jesuita Padre Hoyos! El segundo, pesado como un muerto, armas cortas y largas en abundancia: lo tiró al río Duero. De éste, claro, nunca más se supo. Aunque no tan claro, porque de haberlo sabido los seis (cinco luego) hermanos de “Busta” Alonso, hubiera sido rescatado de inmediato de las profundidades ¡por amor a las armas…! Distinto camino recorrió el segundo baúl. De vuelta los jesuitas a España, emprendió rumbo a Roma, de donde ¡ahora! sabemos todos el público y espectacular resultado: el Siervo de Dios Padre Hoyos, nuevo y muy querido Beato, solemnemente elevado a los altares en su Valladolid natal.
¿Es, pues, aventurado suponer que similar y familiar confianza se tuviera para enterrar en los sótanos de la casona al futuro Beato en tiempos de revuelta? Prefiero no “meneallo”. Quede así el “secreto de la abuela”. En cualquier caso, pasada la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, día inmejorable el de la festividad de su Madre en similar advocación, para que la noticia sea primicia en nuestro blog.
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