Al mismo tiempo comenzaron a proliferar las cofradías y congregaciones, ocupando un lugar destacado en templos y domicilios particulares la imagen edulcorada del Corazón de Jesús, bajo la creencia de aquella privilegiada protección a España y sus gentes.
Como es lógico, la repercusión en Valladolid fue trascendental. En 1923, cuatro años después de la consagración monárquica en el Cerro de los Ángeles, por iniciativa del arzobispo Remigio Gandásegui se asentó una descontextualizada y colosal estatua del Sagrado Corazón, realizada en hormigón por el escultor Ramón Núñez, sobre la torre reconstruida de la catedral herreriana, que hoy sigue marcando el punto más elevado de la ciudad (sobre ella se trata en el artículo del 18 de enero). Asimismo, en 1941, en los inicios del gobierno franquista, la discreta iglesia ubicada junto al convento de San Ambrosio, que fuera financiada a principios del XVII por Jerónimo Román, obispo de Tlaxcala (México) y levantada seguramente por Diego de Praves, adquirió la categoría de Santuario Nacional de la Gran Promesa. Para destacar la nueva titularidad, se modificó el retablo mayor, en el que se incorporó una enorme imagen del Sagrado Corazón tallada por el padre Félix Granda. El 12 de mayo de 1964 el papa Pablo VI concedió al templo el rango de Basílica Menor y en 1994 el antiguo colegio de la Compañía se restauró para convertirle en Centro de Espiritualidad.
Pero por si esto fuera poco, en los años 50 comenzó a proyectarse en torno al Santuario la construcción del denominado Alcázar de Cristo Rey, un complejo arquitectónico de gigantescas proporciones proyectado por el arquitecto Pascual Bravo, presidido por una torre más alta que la de la catedral, que englobaría el Santuario y el Colegio de San Ambrosio y que ocuparía la manzana formada por las actuales calles del Santuario, Simón Aranda, José María Lacort y Alonso Pesquera. Pero esta utópica construcción, cuya maqueta se conserva en el actual Centro de Espiritualidad, no se quedó en un mero proyecto, puesto que las obras se iniciaron con la ayuda económica del ministro José Antonio Girón, aunque se llevó a cabo de forma parcial. A él pertenecen los edificios que hacen esquina entre las calles Santuario y Simón Aranda, donde se localiza la sede de Acción Católica y el teatro Cervantes, que muestran la dudosa estética del faraónico recinto. Aquel proyecto, que contaba con museos, biblioteca, sala de ejercicios espirituales, hospedería, un teatro misional, sala de exposiciones y un hotel monástico, descabellado para quienes lo llegaron a definir como un parque temático de carácter sacro, se abandonó y se ha preservado en su estado casi original el discreto Santuario y parte del histórico colegio de San Ambrosio, cuya vistosa fachada barroca de 1740 fue trasladada al jardín del Colegio de Santa Cruz, donde actualmente permanece.
Fuente: http://domuspucelae.blogspot.com.es/2010/02/historias-de-valladolid-bernardo-de.html
Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944613
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