martes, 25 de noviembre de 2014

0.- Indulgencias. Dedicatoria. Protesta y Advertencia


TESORO ESCONDIDO EN EL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS, DESCUBIERTO A NUESTRA ESPAÑA EN LA BREVE NOTICIA DE SU DULCÍSIMO CULTO PROPAGADO YA EN VARIAS PROVINCIAS DEL ORBE CRISTIANO 1
SU AUTOR
El P. Juan de Loyola de la Compañía de Jesús, Maestro de Teología y al presente Rector del Colegio de Segovia.2
                                    .................................................................................................................................
                                         Con licencia del Ilustrísimo Señor Obispo de Valladolid,
                                                            Y de los Superiores de la Religión.
                                    ..................................................................................................................................
                                  Impreso en la Imprenta de Alonso del Riego, Impresor de la Real Universidad.
                                                                                    JHS.
            El Emmo. Y Rmo. Sr. D. Troyano de Aquaviva y Aragón, Presbítero Cardenal del título de Santa Cecilia, concede 100 días de Indulgencias3 a todas y a cualesquiera personas que leyeren con devoción este Librito y rogaren a Dios Nuestro Señor por la exaltación de la Santa Fe Católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos y victoria contra los enemigos de nuestra Sagrada Religión.
            El Ilmo. Sr. D. Alvaro de Mendoza, Arzobispo de Farsalia y Patriarca de las Indias, concede 40 días de Indulgencias a los que leyeren este librito.
            El Ilmo. Sr. D. Manuel de Samaniego, Arzobispo de Burgos, concede 80 a los que leyeren en este librito, o rezaren algunas de las Preces en él contenidas al Sagrado Corazón de Jesús.
           El Ilmo Sr. D. Domingo Carrera, Arzobispo-Obispo de Segovia, concede otros 80 días.
            El Ilmo Sr. D. Julián Domínguez de Toledo, Obispo de Valladolid, 40 a los que hicieren lo mismo.
                                                               AL  ILUSTRÍSIMO  SEÑOR
                                                        DON  MANUEL DE  SAMANIEGO4
                                                                 Arzobispo  de  Burgos
                                               DEL CONSEJO  DE  SU  MAJESTAD, ETC.
                                                                                                                            
SEÑOR  ILMO.
            Señor: Este breve librito, en que se da noticia compendiosa a nuestra España del Sagrado culto del Corazón santísimo de Jesús, se consagra gustoso a la piedad de V. S. I. Sólo el nombre del Corazón Sacrosanto de Jesús, es un imán divinísimo para los corazones humanos. Y siendo el de V. S. I. tan dulcemente sensible a las glorias de Jesús, espero ha de recibir con agrado este corto obsequio, digno de la grandeza ilustre de V. S. I. por contener el culto del Corazón Sagrado de Jesús, Dios-Hombre. El afecto con que le consagro a V. S. I. por mi veneración a su Persona y por la piedad de algunos Jesuitas que desean se conozca este culto santísimo para perfección de innumerables almas, merece los efectos de la notoria benignidad de V. S. I. Acostumbrados a la confianza de Prelado tan benigno, esperan que en asunto tan pío favorecerá sus ideas gloriosas al culto sacratísimo del Corazón de Jesús.
            Viendo, Señor, que todo el orbe cristiano, favorecido de algunos soberanos Pontífices, de Ilustrísimos Arzobispos y Obispos de la Santa Iglesia, goza la dicha de rendir festivos cultos al Corazón sacrosanto de Jesús, desean que la piedad española tenga gloria igual a la que tienen Francia, Italia, Polonia y Alemania. 5Cuantos han procurado extender este sagrado culto, se han valido de algún Prelado Ilustrísimo,6 que con su piedad, autoridad y celo hiciese eficaces los esfuerzos de su devoción al Corazón sacrosanto. Los que ahora desean encender en los piadosos corazones españoles una pequeña centella de fervientes ansias de adorar, reverenciar y amar al Corazón Sagrado de Jesús, se valen del celo amante de V. S. I. al mismo divino Corazón. Saben, Señor, los trabajos, fatigas y desvelos que V. S. I., desde sus primeros años, empleó en procurar las glorias de Jesús con sus apostólicas misiones:7 que estos mismos sagrados desvelos se han continuado después autorizados con la dignidad ilustrísima de Arzobispo de Tarragona y de Burgos. 8Y esperando ahora que la breve noticia del culto sacratísimo de Jesús, que sale entre las primeras9 a luz de nuestro idioma en este librito, ha de excitar la piedad de muchas almas a una ferviente devoción, solicitan la protección de V. S. I.
            No dudan, Señor, que sólo el nombre de V. S. I. En la frente de este librito, será dulce atractivo para que muchos se inclinen a leerle y abrazarle con piedad. Pues los que tienen la dicha de conocer a V. S. I., saben que las obras que pueden contribuir a la gloria de Dios y bien de las almas, son las que hallan benigno favor en su ilustre y esclarecida sombra. Inténtase también con esta breve noticia dar a conocer la solidísima esencia del culto del Sagrado Corazón de Jesús,10 y que se establezca en la Santa Iglesia culto de rezo, misa y solemnidad festiva a este amabilísimo Corazón. Y como a este fin nadie puede cooperar más eficazmente que la autoridad apostólica de los Ilustrísimos Prelados, justo es que yo solicite la de nuestro Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Burgos, para lo que en adelante ha de disponer la Providencia Divina. En fin, Señor, un librito muy breve no permite dedicatoria más dilatada; y en materia tan piadosa la devotísima piedad de V. S. I. está por sí misma inclinada a favorecerme, admitiendo benignamente bajo su ilustrísimo amparo este breve compendio. Esto, con los votos de muchos, pido humildemente a V. S. I., y que el cielo nos guarde su muy ilustre Persona los felices y dilatados años que necesita nuestra misma Compañía de Jesús y la Santa Iglesia.11
                                                                                                Segovia y Junio 29 de 1734       12 
SEÑOR ILMO
B. L M. De  V. S. I.
Su muy humilde, reverente siervo y Capellán
JHS
JUAN DE LOYOLA
PROTESTA  Y  ADVERTENCIA
            En las revelaciones y milagros que se atribuyen, y en los elogios que se dan en este librito a personas no canonizadas ni beatificadas, no pretendo de manera alguna prevenir el infalible juicio de la Santa Iglesia; antes en todo, como verdadero hijo suyo, humildemente me sujeto a los decretos del Santísimo Pontífice Urbano VIII,13 y a los de la Sagrada Congregación de Ritos, en la misma forma que se declara en el piadoso libro de Cultu Sacrosancti Cordis Dei Iesu, que, consagrado a la soberana protección del Santísimo Pontífice Benedicto XIII, de gloriosa memoria, y a expensas de la piedad de nuestro Católico Monarca D. Felipe V (Q. D. G.), dio a luz en idioma latino el año de 1726, el muy R. P. José de Gallifet,14 de la Compañía de Jesús, viviendo en Roma Asistente de las Provincias de Francia.
            De esta obra a todas luces grande de este docto y piadoso Jesuita, y de un papel en derecho que presentó a la Sagrada Congregación de Ritos15 sobre el mismo asunto, se ha sacado este librito. Ha esperado las dilaciones de casi un año16dispuesto para salir a luz : las personas que le deseaban público han vencido dificultades no pequeñas; pero esto mismo da confianza que ha de servir de alguna gloria al mismo sacratísimo Corazón. Sale, finalmente, para dar a nuestra España en compendio (atendiendo a que muchos no pueden manejar mayor volumen), una breve noticia17 del sagrado culto del Corazón dulcísimo de Jesús. ¡Ojalá mueva el Señor a algún su siervo, que la haga común a Portugal!18 Pues este celestial tesoro de divinas gracias19 en que se enriquecen casi todas las provincias del Cristianismo, ha sido hasta aquí Tesoro escondido a estas dos tan ilustres como piadosas naciones; pero esperamos sean los primeros en promover este sagrado culto estos dos reinos, que son los últimos en abrazarle.
            Siendo casi forzoso llegue este librito a manos de personas de diversas condiciones y talentos, se ha procurado formar de suerte,19 que pueda mover las voluntades e ilustrar los entendimientos; que sirva a la común piedad de los fieles, y no sea inútil a la devoción discreta de los sabios; que aparezca en él lo tierno y dulce de este culto, y no se eche menos la solidez de sus fundamentos, con el grande apoyo que le da la autoridad de los Santos, para que no salga tan expuesto a la censura o a la nota de novedad, por ser nueva esta noticia en nuestra España. ¡Oh, quiera el mismo santísimo Corazón mover a que se lea con la atenta reflexión que merece, pues esperamos no sea inútil o infructuosa su lectura!20

1 El título de las dos primeras ediciones (la de Valladolid en 1734, que estamos reproduciendo, y la de Barcelona en 1735) es el mismo. En cambio, en la tercera edición, publicada en Madrid en 1736, desaparece la palabra “escondido” (Tesoro escondido) y dice simplemente: “El Corazón Sagrado de Jesús descubierto a nuestra España...etc), puesto que ese tesoro escondido hacía ya dos años que se había dado a conocer a los fieles de nuestro país.
2 Durante las dos primeras ediciones del “Tesoro escondido” el P. Loyola estaba de Rector en nuestro colegio de Segovia. En la tercera edición estará en Valladolid y con el cargo de Instructor de los jesuitas que hacían su segundo noviciado o Tercera Probación; cosa que se reflejará en la portada del libro, editado en Madrid.
3 Para animar a la lectura de buenos libros era costumbre conceder indulgencias a los lectores que así lo hicieren. Las indulgencias eran todavía muy estimadas por la mayoría de los fieles en el siglo XVIII. Por ello el P. Hoyos tuvo especial empeño en que, desde el comienzo, apareciese su librito enriquecido con varias de ellas. En la primera edición son cinco los eclesiásticos que conceden esas indulgencias. En la edición de Barcelona aparecen el arzobispo de Tarragona y Primado de las Españas Don Pedro de Copóns y de Copóns, y los obispos de Tortosa y Gerona: Don Bartolomé Camacho y Don Baltasar Bastero, respectivamente. En la edición tercera, la de Madrid de 1736, aparecerán otros nombres nuevos, como son: el Arzobispo de Valencia e Inquisidor General, Don Andrés de Orbe, y el Obispo de Córdoba, Don Tomás Rato.
4 En las tres primeras ediciones del Tesoro escondido es distinta la Dedicatoria del libro. En la primera está dedicado a Don Manuel de Samaniego y Jaca, muy amigo de los Jesuitas, celoso arzobispo que rigió las sedes de Tarragona y de Burgos. Fue él mismo quien costeó los gastos de la primera edición y distribuyó entre los obispos de España el precioso librito. La dedicatoria de la edición de Barcelona va dirigida a “la soberana Emperatriz de cielo y tierra, Purísima Madre de Dios y Abogada piadosísima de los pecadores” y es el nuevo arzobispo de Tarragona, Don Pedro de Copons, quien le dedica el librito, firmándose como “el más indigno de vuestros esclavos”. Por su parte, en la tercera edición (la de Madrid, 1736) la dedicatoria escrita por el P. Juan de Loyola va dirigida al “Corazón Sagrado de Jesús”.
5 En estos países la devoción y el culto al Corazón de Jesús estaba más extendido que en nuestra patria. En la Vida del P. Bernardo de Hoyos, escrita por el P. Juan de Loyola (y también, en parte, en Internet) hemos hablado de ello.
6 Era la manera ordinaria como algunos cultos y devociones piadosas comenzaban. Algunos Prelados las fomentaban en sus diócesis particulares. Tal aconteció primero con la procesión del Corpus, el culto a los Corazones de Jesús y de María con San Juan Eudes...,etc.
7 Se alude aquí, sin duda, a las famosas “misiones populares” que se daban entonces. Uno de los grandes misioneros de la época era el P. Pedro de Calatayud, nacido en Tafalla, y que misionó durante cuarenta años ininterrumpidos las tierras de España y Portugal. Durante los primeros años misionó a lo largo y a lo ancho de la Provincia jesuítica de Castilla, que comprendía entonces, además del actual territorio de Castilla-León las tierras de Galicia, Euskadi, la Rioja y Navarra. El Arzobispo de Burgos, celoso Pastor de sus ovejas, fomentó esas misiones populares que tanto ayudaban a mantener viva la fe del pueblo cristiano.
8 Don Manuel de Samaniego pasó del arzobispado de Tarragona al de Burgos, sustituyéndole allí el ya citado Don Pedro de Copons, también muy celoso y amante del Corazón de Jesús. Fue Don Pedro quien costeó la segunda edición del Tesoro escondido, publicada en Barcelona (1735). En ella se denomina a sí mismo veladamente como “el devoto que costea esta impresión”.
9 Anterior al Tesoro escondido fue un opúsculo del P. Pedro de Calatayud, titulado Incendios sagrados. La traducción al castellano del libro del P. Croiset sobre el Sagrado Corazón salió poco tiempo después del Tesoro escondido y estaba hecha por el P. Pedro de Peñalosa, que la publicó en Pamplona. En ella dice a los comienzos: “Si se echa tarde la semilla de esta devoción, no importa: el Señor mirará con benignidad a nuestra tierra, dotándola de tan generosa fecundidad, que supla largamente las demoras del tiempo con la abundancia del fruto. Aunque España comience la última en su carrera, podrá su alentado fervor alcanzar, y, por ventura, pasar, con el favor divino, a los primeros” (La Devoción al Sagrado Corazón, Pamplona, 1734, pg 6). A este Padre le llama el Prior de los Carmelitas de la ciudad, en la aprobación del libro: “el nuevo Colón jesuita y glorioso descubridor de esta India y tesoro riquísimo del Corazón augusto”  (idem, pg 38)
10 Este era precisamente el propósito del P. Bernardo cuando, a pesar del librito de Calatayud “Incendios sagrados”, cae en la cuenta de que había que hablar de la devoción al Corazón de Jesús de un modo más teológico y profundo. El diseñará las líneas maestras del librito, de modo que puede decirse con verdad que el verdadero autor del Tesoro escondido es el P. Hoyos, aunque el redactor, como tal, fuese el P. Juan de Loyola.
11 Tres son los argumentos con que el P. Juan de Loyola pretende obtener el favor del Prelado para el librito del Tesoro escondido:1) la veneración que él siente por la persona del celoso arzobispo; 2) la piedad de algunos Jesuitas que lo desean encarecidamente, y 3) la confianza que depositan en el Prelado respecto a este asunto. Un argumento más será que, viendo estampado en el libro el nombre del celoso Pastor, los fieles se inclinarán a leerlo. En esta Dedicatoria el P. Loyola expresa los dos fines que con el Tesoro escondido se pretenden: dar a conocer la esencia del culto al Corazón de Jesús y el que se establezca en la Iglesia la misa y solemnidad del divino Corazón.
12 La tercera edición la firmará el P. Loyola en el Colegio Imperial de Madrid el 1 de julio de 1736.
13 Fue este Papa quien decretó una serie de exigencias para la beatificación y canonización de los Santos. Durante mucho tiempo la voz del pueblo, aunque bajo el control de los Obispos, era la que decidía las beatificaciones y canonizaciones. La primera canonización, oficialmente papal, fue la del obispo San Urico bajo el pontificado de Juan XVI. Tuvo lugar en el año 993. En 1170 el Papa Alejandro III reservará a la Santa Sede la Beatificación, dando un decreto según el cual nadie podrá venerar a cualquiera como santo sin la autoridad de la Iglesia Romana. El Papa Urbano VIII (1634) definirá claramente el proceso que es preciso seguir para declarar a un cristiano beato o santo. Antes de él, lo maravilloso y lo extraordinario eran prueba de santidad. A partir de este Papa será prueba de santidad la heroicidad de las virtudes. Lo milagroso (revelaciones, raptos, profecías, milagros incluso...) serán en todo caso un bello ornamento en torno a la santidad ya documentada.
14 El P. José de Gallifet, jesuita francés, tuvo en  Lyón ,como Padre Espiritual, a San Claudio de la Colombière, quien había sido Director espiritual de Santa Margarita María de Alacoque. Este Padre, siendo Asistente del P. General de la Compañía de Jesús, escribe en 1726,en latín, el primer libro sobre el Sagrado Corazón: libro que poco después entrará en la biblioteca del Colegio de San Ambrosio de Valladolid, donde lo encontrará el P. Bernardo de Hoyos, dando así origen a la práctica y apostolado de esta devoción en España. El rey Felipe V, francés como él y devoto del Corazón de Jesús, pagó la edición de dicho libro.
15 Se refiere el autor a unos papeles, enviados en su día a la Congregación de Ritos, dando argumentos para defender y avalar la devoción al Corazón de Jesús, que sufría por entonces no pequeños ataques, no ya por los jansenistas, sino también por gentes de iglesia. Estando el P. Hoyos en San Ambrosio de Valladolid encontrará un día en la Biblioteca estos papeles.
16 El P. Hoyos vió enseguida la necesidad de escribir un libro que explicara a la gente los valores de la devoción y el culto al Corazón de Jesús. Por consejo que le da en una carta un compañero suyo jesuita, el P. Agustín de Cardaveraz, se anima a pedirle al P. Loyola que escriba el libro. Al principio éste se muestra reticente, pero animado y casi presionado por Bernardo, lo escribe y en dos semanas lo tiene ya listo. Estamos en octubre de 1733. El libro pasa a los censores de la Provincia para que lo aprueben. Lo aprueban. Pero al tratarse de una devoción “nueva”, el Padre Provincial Manuel de Prado, en enero de 1734, envía el libro a Roma para que allí lo vean otros censores. Llega el mes de marzo y no hay noticias de Roma. El P. Hoyos hace la Novena de la Gracia y se lo pide a San Francisco Javier; éste le promete concederle esa gracia. Y pronto llegan de Roma noticias favorables para el Tesoro escondido. Queda también aprobado por Roma. Pero entretanto el P. Pedro de Calatayud publica su opúsculo Incendios sagrados, que trata también del Sagrado Corazón, y el P. Provincial, al ver que ya ha salido un libro sobre esa materia, revoca el permiso. Entre tantas vicisitudes llega el día 3 de mayo, primer aniversario de cuando Bernardo conoció esta devoción por la que está trabajando y sufriendo lo indecible. El 8 de mayo, al celebrar una fiesta en honor de San Miguel, su protector, le dice que siga trabajando con ardor en la publicación de la obra y lo deje todo en manos del Señor. Bernardo trabaja como si Dios no hiciese nada, pero confía por completo en Dios como si él nada hiciese. Convence al P. Provincial de que su libro es muy distinto del meramente piadoso de Calatayud, y logra el permiso de impresión. Se arregla para obtener la licencia del Obispo de Valladolid (cosa nada fácil en aquellas circunstancias), busca indulgencias para su libro, se encarga de buscar fondos para imprimirlo, y corrige las pruebas a últimos de setiembre. Nuevo percance: ha de dejar las correcciones de imprenta porque le envían a acompañar a un compañero enfermo, que ha de tomar los aires natales en su pueblo de Villerías. Bernardo ve en todo esto la mano del Señor que lo prueba allí donde más le duele; pero sabe que la cruz es siempre una señal de la bendición de Dios, y se promete un feliz éxito para su librito. Por fin, el 21 de octubre, tiene Bernardo en sus manos el primer ejemplar del Tesoro escondido. Lo oculta en la sotana y con él comulga, ofreciéndoselo al Señor en medio de un gozo indecible. Después de tantas dificultades, su Tesoro escondido lo había obtenido todo: aprobación provincial y romana, licencia regular y eclesiástica, las indulgencias de un Cardenal, un Patriarca de las Indias, un Arzobispo y dos Obispos; y, además, la bendición del cielo en la comunión de ese día.
17 Efectivamente, el Tesoro escondido no es sino un “compendio”, una “breve noticia” de lo que es el culto al Corazón de Jesús: que el Señor nos ama y no es correspondido; y eso está exigiendo amor y reparación, las dos notas centrales que subraya en aquel tiempo la entonces Venerable y hoy Santa Margarita María de Alacoque.
18 De hecho, en Portugal ya existían algunos libros del Corazón de Jesús, algo anteriores al Tesoro escondido. Del año 1731 y ambos publicados en Lisboa son dos libros: Cor de Jesús comunicado aos cor dos fieis, del franciscano Fr. Jerónimo de Belén, y el Culto e veneración do Sacro-Sancto Cor de Jesu Christo, cuyo autor es Valerio Oliveira. En 1733, un año antes que elTesoro escondido, publicaría el oratoriano Manuel Consciencia el libro titulado Aljava de sagradas saetas aos Smos Cor. De Jesús, María, José”   (Reinado del Corazón de Jesús en España, P. Uriarte)
19 El P. Loyola llama aquí al Corazón de Jesús “celestial tesoro de divinas gracias”, que nos recuerda la expresión “Corazón de Jesús, tesoro de los fieles” de las Letanías del Sagrado Corazón.
19 En este párrafo final aparecen los cinco fines que pretende el Tesoro escondido: mover voluntades, ilustrar entendimientos, servir para la piedad de los fieles sencillos y de los sabios, mostrar la dulzura de este culto y la solidez de los argumentos que tiene a su favor.
20 Así se lo confirmó el Señor. Cuando el 21 de octubre de 1734, con el librito bajo la sotana, se acerca a comulgar Bernardo de Hoyos le pide al Señor que confirme las indulgencias que han otorgado los Prelados (las confirma el Señor y añade) que “cuantos leyesen este librito con buena intención, serían aprobados de su Corazón, el cual a todos concedía, entre otros, un don especial: a los pecadores inspiraciones, por medio de su lectura, para salir de su mal estado; a los justos, mayores gracias y deseos de caminar a la perfección; a los perfectos, un amor purísimo y ardentísimo a su Corazón, en el cual sentirían sus deliciosísimas dulzuras”

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